Reseña: Las hijas de la villa de las telas

El destino de una familia en tiempos convulsos y un amor que todo lo vence

 Sinopsis
  Augsburgo, 1916. La mansión de la familia Melzer pasa a ser, por necesidad, un hospital militar. Las hijas de la casa, ayudadas por el servicio, se convierten en enfermeras que curan, cuidan y escuchan a los heridos en combate.
Entretanto, Marie, la joven esposa de Paul Melzer, se hace cargo de la fábrica de telas en ausencia de su marido. Sin embargo, recibe una terrible noticia: su cuñado ha caído en el frente y Paul es ahora un prisionero de guerra.

Marie se niega a que las circunstancias la venzan y lucha con todas sus fuerzas por preservar el patrimonio familiar. Pero, mientras no pierde la esperanza de volver a ver a Paul con vida y se deja la piel en la fábrica.
 El elegante Ernst von Klippstein aparece en la puerta de la mansión, empeñado en no perder de vista a la joven y bella mujer que tiene entre sus capaces manos el destino de la familia Melzer.

Esta apasionante saga familiar continúa en la tercera parte El legado de la villa de las telas.
 
Opinión personal
Al igual que La villa de las telas, novela en la que todo comienza y que es imprescindible haber leído antes de embarcarse en esta segunda parte, Las hijas de la villa de las telas es una novela romántica ambientada en la Alemania de comienzos del siglo XX. La guerra que amenazaba con estar muy cerca al final de la primera novela, estalla al comienzo de esta segunda parte. Los habitantes de la villa de la familia Melzer se van a ver salpicados de lleno por la Primera Guerra Mundial, lo que se reflejará en sus vidas y afectará de lleno a las relaciones amorosas que habían comenzado.
La fabrica de paños de la familia tampoco podrá escapar a las demandas de la nueva situación económica que atraviesa Alemania, que sumada a la falta de mano de obra masculina hace que todo se complique aún  más. 
Con los hombres luchando en el frente, las mujeres de la casa tienen que tomar las riendas de su vida y aprender a sobrevivir por sí mismas, algo que no resultará del todo sencillo bajo la moralidad  y normas sociales del momento histórico que atraviesan.  
La ambientación de la novela es otro de los aspectos a destacar. La autora tiene información de primera mano sobre este conflicto bélico, ya que su propio padre fue llamado a filas con veinte años. Para escribir esta historia se basó en las cartas que sus abuelos recibieron de su padre mientras estuvo luchando en el frente.
Lo que menos me ha gustado es que el final, como ocurriera en la primera parte, es bastante previsible. La intención de enganchar al lector y arrastrale a la lectura de la última parte de la saga para saciar su curiosidad se hace patente en las últimas líneas. 
La necesidad de saciar mi curiosidad me llevó a descubrir una entrevista a la autora en la que adelantaba que en el último libro viviremos el asesinato de uno de sus personajes, los niños de la casa ganarán protagonismo y la pareja formada por Paul y Marie vivirán una gran crisis en su matrimonio. 
Habrá que esperar a leer El legado de la villa de las telas para averiguar qué le depara el destino a esta familia de industriales y a sus empleados.
Por último, adelanta parte de lo que se podrá leer en la tercera parte: "Vamos a vivir el asesinato de una de las figuras que aparecen en el libro. Se hablará mucho de los niños que, al comienzo de la historia, tendrán unos 5 y 8 años. Y Marie y Paul van a vivir una crisis en su matrimonio tremenda".

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Sobre la autora 

Anne Jacobs es una autora alemana que llegó a la escritura relativamente tarde. En un principio estudió música e idiomas, aprobó los dos primeros exámenes estatales para ser profesora de secundaria, trabajó en una librería, se casó y tuvo dos hijos. Después comenzó a escribir poemas y cuentos. Más tarde se atrevió con las novelas.  
Ha publicado unas  veinte novelas con varias editoriales importantes. Según la autora, el trabajo como escritora es maravilloso y le proporciona mucha libertad, pero al mismo tiempo exige una gran autodisciplina. Dedica a la escritura entre seis y ocho horas diarias, incluso fines de semana y festivos. No obstante, cuando termina una novela, se permite un descanso de una o dos semanas antes de abordar el siguiente proyecto.
La villa de las telas es el origen de esta saga familiar, que concluye con la novela El legado de la villa de las telas.
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