Sinopsis
Anthony Peardew, célebre autor de relatos que se
acerca al final de sus días. Ha pasado la mitad de su vida coleccionando
objetos extraviados, tratando de expiar una promesa rota años atrás. Con el
tiempo en su contra, decide legar su casa y todos los tesoros perdidos a su
asistente, Laura, la única persona en quien confía que cumplirá su promesa y
reunirá los cientos de cachivaches con sus legítimos dueños. El último deseo de
este guardián de objetos perdidos desencadena una serie de encuentros
afortunados que dan una segunda oportunidad a todos aquellos que creían haberse
extraviado.
Opinión
personal
Confieso que me encantó
la portada de esta novela y su título me pareció muy prometedor, sólo por eso
ya me había decidido a leerlo antes de conocer la sinopsis. La verdad es que no
puede evitarlo, si la portada me atrae es fácil que acabe leyéndome la novela.
¿No os pasa a vosotros?
La idea de que alguien vaya recogiendo objetos perdidos y los guarde con la idea de devolvérselos a sus dueños me parece de lo más romántica. Esto es lo que hace el escritor Anthony Peardew, que acumula en el estudio de su casa miles de objetos diversos: desde un botón hasta una lata de galletas llenas de cenizas. El escritor fantasea con quiénes serán los propietarios de esos objetos e inventa historias para cada uno de ellos. Muchos de estos pequeños tesoros se quedarán en sus casa para siempre, sin embargo, algunos conseguirán reunirse de nuevo con sus dueños.
La novela recoge dos historias que se van intercalando por capítulos. La primera de ellas es la protagonizada por el anciano escritor que ve próximo el final de sus días y decide contratar a Laura como asistente para que asuma la tarea de devolver los objetos perdidos a sus dueños. En esta tarea estará acompañada de Freddy, el jardinero de la casa y Sunshine, la joven vecina del escritor que tiene Síndrome de Down. Con este último personaje pasé por varias fases. Sunshine tiene un lenguaje propio que consiste en retorcer las palabras como a ella le viene en gana, por lo que los diálogos en los que interviene resultan un tanto extraños. El caso es que se tarda bastantes capítulos en revelar la discapacidad que padece, por lo que me tuvo bastante confundida este personaje gran parte de la novela. Después de averiguar lo que le ocurría ya me resultó más entrañable.
La otra historia que se va desvelando a lo largo de la lectura comienza unos cuarenta años antes. Bomber y Eunice son un editor y su ayudante a los que llegarán los pequeños cuentos que inspiran los objetos perdidos encontrados por el escritor. A la vez que vamos conociendo los avances en la relación personal del editor y sus colaboradora iremos conociendo algunos de estos cuentos. Es una novela optimista repleta de segundas oportunidades que pierde cierto brillo tras un halo de tristeza por lo que pudo ser y se perdió en el camino.
La idea de que alguien vaya recogiendo objetos perdidos y los guarde con la idea de devolvérselos a sus dueños me parece de lo más romántica. Esto es lo que hace el escritor Anthony Peardew, que acumula en el estudio de su casa miles de objetos diversos: desde un botón hasta una lata de galletas llenas de cenizas. El escritor fantasea con quiénes serán los propietarios de esos objetos e inventa historias para cada uno de ellos. Muchos de estos pequeños tesoros se quedarán en sus casa para siempre, sin embargo, algunos conseguirán reunirse de nuevo con sus dueños.
La novela recoge dos historias que se van intercalando por capítulos. La primera de ellas es la protagonizada por el anciano escritor que ve próximo el final de sus días y decide contratar a Laura como asistente para que asuma la tarea de devolver los objetos perdidos a sus dueños. En esta tarea estará acompañada de Freddy, el jardinero de la casa y Sunshine, la joven vecina del escritor que tiene Síndrome de Down. Con este último personaje pasé por varias fases. Sunshine tiene un lenguaje propio que consiste en retorcer las palabras como a ella le viene en gana, por lo que los diálogos en los que interviene resultan un tanto extraños. El caso es que se tarda bastantes capítulos en revelar la discapacidad que padece, por lo que me tuvo bastante confundida este personaje gran parte de la novela. Después de averiguar lo que le ocurría ya me resultó más entrañable.
La otra historia que se va desvelando a lo largo de la lectura comienza unos cuarenta años antes. Bomber y Eunice son un editor y su ayudante a los que llegarán los pequeños cuentos que inspiran los objetos perdidos encontrados por el escritor. A la vez que vamos conociendo los avances en la relación personal del editor y sus colaboradora iremos conociendo algunos de estos cuentos. Es una novela optimista repleta de segundas oportunidades que pierde cierto brillo tras un halo de tristeza por lo que pudo ser y se perdió en el camino.
Sobre la autora
Ruth Hogan
nació en Bedford (Reino Unido) De niña le fascinaban los
ponis y leía todo lo que caía en sus manos. Por suerte para ella, su madre era
librera. Estudió Filología Inglesa. Y luego empezó a trabajar en un empleo en
la administración local durante diez años. Le servía para pagar las facturas y
la hipoteca. Con treinta años sufrió un accidente de tráfico que le impidió
trabajar a jornada completa. Encontró entonces un trabajo por horas como
recepcionista de un osteópata y dedicó su tiempo libre a escribir.
Poco después, le
diagnosticaron un cáncer. Como la quimioterapia le producía insomnio, pasaba
las noches escribiendo y el resultado final fue El guardián de los objetos
perdidos. Vive en una caótica casa de estilo victoriano con su «sufrido»
compañero y los perros que ha adoptado.
Su
libro más reciente, The wisdom of Sally red shoes,
aún no se ha traducido al castellano.